lunes, 4 de julio de 2016

LA BELLEZA

Como mencioné en otra entrada, para entender el arte es necesario comprender algunos términos estéticos y su evolución a lo largo de la historia, pues cada obra se analiza en función a su contemporaneidad y al pensamiento de la época.
Tatarkievicz, un gran filósofo y esteta polaco nos lo muestra en Historia de Seis Ideas: Arte, Belleza, Forma, Creatividad, Mímesis y Experiencia Estética.
La belleza es, junto a forma, uno de los más importantes que debemos de tener claro en todo momento pues, cuando estemos delante de una obra, tenemos que analizar la belleza o “criticarla” teniendo en cuenta que el significado del término ha variado ligeramente y tenemos que hacerlo conforme a lo que ellos pensaban.

El término procede de bellumacuñado durante el Renacimiento, procede del pulchrum romano.
Para los griegos la belleza comprendía tanto las cosas bellas como los pensamientos y las costumbres bellas; esta belleza en sentido amplio agrupa por tanto una belleza moral, ética y estética. Como decía Aristóteles “aquello que además de bueno es agradable”.
Para los medievales y modernos, existe una belleza en sentido puramente estético, en la que se incluyen los productos mentales, la forma, el color y el sonido; a su vez, una belleza en sentido estético en la que sólo influyen la figura y el color.
Por tanto, la belleza pasó de ser un concepto amplio a uno estético, el paso de una belleza de la naturaleza a una belleza en el arte, Santo Tomás percibía una “belleza en el arte no existente en la naturaleza”; por lo que existen dos bellezas, la natural y la artística.
Para los Neoclásicos, la belleza deja de ser captada por la razón y pasa a ser aprehendida por el instinto (gusto e imaginación). Lo mismo que esa captación dejó de ser objetiva para pasar a ser una captación subjetiva aunque pensadores como Kant afirmasen que “los juicios subjetivos de la belleza pueden aspirar a la universalidad” y, por tanto, ser objetivos y generales.
Por todo ello la belleza cae al relativismo y se separa de la sublimidad a lo largo del siglo XIX.
Finalmente, para los contemporáneos del XX, la belleza no es lo importante, sino que lo es lo característico y lo filosófico, siendo esto lo sublime, defendido por Friederich Schlegel: “Nicht das Schone ist das Princip der modernen Kunst sondern das Charakteristische, das Interessante und das Philosophische”.


David Sánchez Serrano (URJC - Historia y Turismo).


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