lunes, 11 de julio de 2016

EL BARRANCO DE LA VALLTORTA: LA COVA DELS CAVALLS

El complejo cultural del Barranco de la Valltorta, localizado entre los municipios de Tírig, Albocàsser y Coves de Vinromá, todos ellos en la provincia de Castellón, es, sin duda alguna, uno de los ejemplos más sobresalientes de Arte Levantino, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996 con el nombre de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo.
En el Barranco de la Valltorta existen tres abrigos visitables, uno de ellos, el más importante, es la Cova dels Cavalls. Un pequeño abrigo excavado de manera natural en la zona alta de la piedra calcárea del barranco desde donde se vislumbran unas maravillosas vistas a la zona del río (hoy seco) y desde donde los hombres del Neolítico controlaban su territorio.

De entre las diversas escenas que aparecen podemos contemplar algunas figuras humanas realizadas de manera esquematizada (punto para la cabeza, y rectas para el tronco y/o curvas para brazos y piernas), acompañadas de armas de caza como son arcos (dibujados mediante una curva) y haces de flechas (conjunto de líneas rectas en la mano o en el suelo, cercano a la figura humana). Así mismo se pueden contemplar animales, en este caso monopolizado por cérvidos (pintados de manera muy naturalista donde se fijaron incluso en los pequeños detalles como las orejas), todos ellos hembras a excepción de un macho (posee cornamenta) en la zona superior de una de las escenas. La técnica de realización de estas pinturas es la pluma de ave, con ella fueron capaces de dibujar de manera esquemática a los seres humanos y contornear las formas de los ciervos, que después rellenaron, puede que con la misma pluma, o a través de tamponado. ¿Por qué se llama “Cueva de los Caballos” cuando no aparecen representados? La analfabetización de la época de su descubrimiento por parte de las poblaciones cercanas interpretaron los cérvidos como caballos pues, en dicha época, no existían ciervos ya en la zona de la Valltorta, relacionándolos entonces con caballos.
De entre todas las escenas que perduran en la Cova dels Cavalls, muchas de ellas deterioradas desde su descubrimiento a causa del intento de expolio, los grafitis de quienes acudían a verlas, y los vertidos de fluidos con el fin de oscurecer las imágenes para contemplarlas mejor, lo que las ha cubierto de una veladura de carbonato cálcico y las oculta (las que se han podido salvar se han limpiado); destaca una cacería que va a ser la que vamos a analizar.

Dicha escena la componen cinco hombres con las armas citadas anteriormente (o al menos sólo se han conservado cinco) cuatro de ellos a la izquierda y uno a la derecha de la escena; cinco ciervas que, dotadas de un gran dinamismo al dibujarlas en diagonal al suelo y con las patas delanteras y traseras muy separadas y realizadas en diagonal al tronco, corren hacia ellos; dos cervatillos, dibujados en menor tamaño y con el pelaje moteado realizado dejando zonas sin pintar con algunos puntos tamponados en su interior; y un ciervo (como hemos dicho antes, se sabe que es ciervo por su cornamenta, aunque parte de ella se haya perdido), posiblemente el macho alfa, pues es el único que aparece, posicionado en la retaguardia del grupo.
La escena, por tanto, es una cacería: uno de los cinco hombres se encuentra en el margen derecho superior de la escena desde donde, aparentemente corriendo (tiene las piernas abiertas y muy extendidas) espanta, desde una zona elevada, a la manada de ciervos que se dispone a correr hacia abajo huyendo de dicho cazador. En la escapada de la manada, las ciervas van en cabeza, protegiendo a los cervatillos que van entre ellas y, detrás, el macho alfa controlando y protegiendo a toda el grupo. En el camino de dicha huida hay cuatro cazadores (arqueros) que los están esperando y que los atacan cuando se acercan a ellos, por lo que vemos flechas clavadas en el dorso de las primeras ciervas y, alguna que otra, retrasada y condenada a caer en tierra. Llama la atención la actitud de los arqueros y el dinamismo que, junto a la huida de la manada, resaltan en la escena: el de la parte superior acaba de soltar la flecha y tiene el arco cogido por los dos brazos dispuesto a cargar de nuevo, el que le sigue en orden descendente está apuntando con la flecha que acaba de cargar, el siguiente se encuentra sentado esperando cómodamente la llegada de la manada, y al último tan sólo le quedan milésimas de segundo para soltar su flecha.


Ahora bien, ¿para qué se realizaban este tipo de escenas? Los hombres del Epipaleolítico / Neolítico (6.000 A.P. – 4.000 A.P) que habitaban en El Maestrazgo no nos están mostrando una simple escena de caza cotidiana; es más, ya no es que no cazasen sólo ciervos, sino que, además, se estaban adaptando a un proceso de sedentarización como consecuencia de la aparición de la agricultura y la ganadería. Por tanto, las interpretaciones y el estudio de la etnología comparada nos remite al simbolismo, una serie de iconos cuyos significados desconocemos y de los que no podemos obtener una interpretación real de lo que nos mostraban; aunque si es cierto que sabemos que, a través de ello, invocaban a las fuerzas de la naturaleza con el fin de obtener o propiciar algo. En contraposición al Arte Paleolítico no se propicia lo ahí representado, es decir, no se busca la cría de una manada de ciervos a los que poder dar caza sino que, a través de la etnoarqueología, sabemos que los indios americanos a través de un jabalí asaeteado pedían lluvia a la Diosa Madre. ¿Qué querían pedirle a ella los hombres de la Valltorta? No lo sabemos, que cada cual interprete lo que más le agrade dejándose llevar por la imaginación.

RESTAURACIÓN DE LA ESCENA EN EL MUSEU DE LA VALLTORTA
FUENTE: elaboración propia.

ESCENA ORIGINAL DE LA COVA DELS CAVALLS
FUENTE: elaboración propia.


David Sánchez Serrano (URJC - Historia y Turismo).

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